mujer anotando cosas en un papel y mirando la pantalla de un computador

La importancia de medir el engagement en la Educación Superior

¿Sabías que hay unos 23 millones de estudiantes matriculados en Educación Superior en América y el Caribe y de éstos unos 12 millones abandonan sus estudios cada año? Es decir, más de la mitad de ellos. El engagement es uno de los predictores más potentes de deserción.

Una de las principales motivaciones de las personas e instituciones involucradas en la Educación Superior es transformar las vidas de los estudiantes y sus familias, especialmente de aquellos miembros que acceden a la universidad por primera vez o de los más vulnerables. Para ello hay que promover su entrada, permanencia y éxito en la carrera elegida desde el mismo momento que ponen un pie, física o virtualmente, en el campus hasta que salen de él y se incorporan al ámbito laboral.

Un concepto que se observa de cerca para lograrlo es el engagement o compromiso estudiantil. Pero medirlo es una tarea compleja porque abarca múltiples dimensiones que van desde la capacidad académica del estudiante para cumplir con las expectativas de la institución, hasta la interacción durante las clases o las experiencias extra curriculares en el campus.

De forma más global, la académica e investigadora Vivian Singer habla en un estudio, reproducido en Cuadernos de Investigación, del engagement como “la comprensión específica de la relación entre los estudiantes y las instituciones”. Es decir, el tiempo y energía que dedican los estudiantes a realizar actividades que permiten lograr el éxito educativo y, al mismo tiempo, a la manera en que las instituciones promueven esas acciones. Por tanto, se trata de una relación bidireccional que permite mejorar la experiencia estudiantil y es, además, uno de los mejores predictores de retención universitaria.

Sin embargo, antes de profundizar en el concepto, hay que tener en cuenta que los estudiantes universitarios no muestran perfiles de engagement homogéneos en todas estas dimensiones, según explica Singer. Por ejemplo, hay alumnos que pueden tener un engagement alto en la dimensión académica y bajo en la vida social o viceversa. ¿Qué quiere decir esto? Que se pueden diferenciar distintas formas de involucrarse en la vida universitaria según el tipo de estudiantes e instituciones.

Por tanto, es muy relevante para la institución educativa identificar los distintos perfiles de engagement con el objetivo de diseñar acciones de acompañamiento académico y bienestar que proporcionen a sus estudiantes apoyo personalizado según sus necesidades específicas. De esta manera se puede promover el éxito en la carrera y cumplir con la motivación de transformar las vidas de los estudiantes y sus familias.

Pero para cerrar el círculo sería preciso medir cuál es la actividad de los alumnos en la plataforma LMS de la institución en cuestión puesto que se trata del factor más relevante del engagement del estudiante. La guinda sería, además, tener la capacidad de medir el impacto que han tenido estas acciones de acompañamiento sobre la actividad del alumno. Es importante conocer los resultados porque solo así se puede conocer su eficiencia y corregir el curso cuando el plan de acción no esté dando los resultados esperados.

Medir el engagement en la educación superior

En Nimbi hemos creado un sistema que genera métricas que miden la actividad de los estudiantes y el impacto de las acciones de acompañamiento sobre la participación. Te vamos a contar cómo lo hacemos. Nuestra plataforma genera planes de acción con tareas específicas, como por ejemplo llamados, para que tu equipo gestione estudiantes y priorice a quienes requieren ayuda urgente. Estos llamados están programados automáticamente y el personal conoce de antemano el objetivo a cumplir antes de realizarlos.

Comparamos la actividad, o número de interacciones diarias de los estudiantes en el LMS (Learning Management System) de un cliente, que habían sido llamados a través de la plataforma Nimbi (grupo de tratamiento) con un grupo de estudiantes que no fue gestionado (grupo control).

Con más de 80.000 estudiantes analizados pudimos concluir que:

  • Llamar estudiantes al azar aumenta en promedio las interacciones diarias de 29,7 a 34,29. Es decir, llamar al azar mejora la participación en 15,68%.
  • Llamar estudiantes recomendados por Nimbi tuvo un impacto de 13,19 interacciones diarias adicionales. Es decir, Nimbi mejoró la participación en 45,05% en este caso en particular.

En resumen, más del 45% de mejora en participación de estudiantes gracias a Nimbi, equivalentes a 2.504.924 nuevas actividades académicas generadas por los estudiantes de una de las Instituciones de Educación Superior a la que apoyamos.

Conclusión

Gestionar a tus estudiantes tiene un impacto positivo sobre el engagement porque, al hacerlo, se consigue que tengan más actividad. Y esto, en última instancia, incide en la experiencia del estudiante y la retención. De hecho, los estudiantes exitosos a nivel académico participan en promedio 1,67 veces más que los alumnos que no tienen éxito, entendiéndose por éxito en este caso los que aprueban la asignatura, según el estudio Tracking Student Behavior, Persistence, and Achievement in Online Courses, de Libby V.Morris, de la Universidad de Georgia.

Con una mejora de participación de más del 45%, ¿vas a dejar las recomendaciones de llamados en manos del azar? ¿No será mejor que el personal de retención y encargado de gestionar al estudiante priorice a los alumnos que necesitan más atención? Y teniendo en cuenta que lo que no se mide no se puede mejorar. ¿seguirás ejecutando planes de acción sin saber si están funcionando?

¿Quieres saber cómo potenciar tu estrategia de retención con Nimbi?

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