¿Estás haciendo algo para redefinir el éxito estudiantil en un contexto disruptivo como el actual? Conoce los pasos para lograrlo y cómo el software puede ayudarte a incrementar la retención.
Todo parece indicar que los departamentos o áreas encargadas del éxito estudiantil en las Instituciones de Educación Superior (IES) de la región tendrán más fondos e información que nunca para desempeñar su trabajo. Sin embargo, primero deben comprender y procesar la información o datos que tienen y luego alinearlos con las políticas de sus organizaciones. Para ello es imprescindible redefinir este concepto de éxito en un contexto disruptivo como el actual de pandemia.
La deserción estudiantil no “pasa de moda”
Empecemos por entender el contexto actual. El camino para lograr que más estudiantes se gradúen y tengan un mejor futuro está rodeado de un sinfín de actores que representan un papel clave y a veces bien definido. Vamos a generalizar pero, a grandes rasgos, los alumnos son los encargados de estudiar, los asesores estudiantiles de guiarlos y apoyarlos para que el viaje del estudiante avance con los mínimos sobresaltos posibles, y los administradores y lideres institucionales de asegurar el crecimiento y rentabilidad de la IES donde se desarrolla toda esta historia.
Sin embargo, en demasiadas ocasiones, los obstáculos para representar estos papeles impiden que la historia acabe con final feliz. Prueba de ello es que más de la mitad de los estudiantes en educación superior abandonan sus estudios de forma temprana, según datos del Banco Mundial. En Chile, la deserción genera un costo de oportunidad anual de US $2.664,7 millones, por ingresos que los estudiantes dejan de percibir, afectando la productividad en 1% del PIB, según datos de 2018 de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile (FEN).
En cuanto a las instituciones educativas, las pérdidas de ingresos que podrían utilizar para mejorar la calidad de la educación son evidentes, así como la caída en su reputación y mayores dificultades para conseguir la acreditación que permitiría que más estudiantes obtengan beneficios económicos del Estado y otras organizaciones.
Por si fuera poco, estas cifras de deserción son anteriores a que estallara la crisis del COVID-19. Ahora, se prevé un posible aumento de estos porcentajes en América Latina y todo el mundo. Algunos expertos estiman una posible caída de hasta un 50% en las cifras de matriculaciones, en el caso de EE.UU, lo cual podría representar el cierre de más del 5% de universidades de este país.
El escenario para lograr el éxito estudiantil parece desolador si sólo se tiene en cuenta que el abandono universitario es un problema global, que no “pasa de moda” y en estos momentos viene acompañado de grandes dosis de incertidumbre en cuanto a los modelos de docencia, las medidas sanitarias y un largo etcétera. Pero hay otros elementos que sumar a la ecuación que permiten arrojar algo de luz sobre este horizonte gris. Un artículo de EDUCAUSE señala que, a pesar de que se prevén recortes en las áreas de tecnología de la mayoría de las instituciones educativas, los presupuestos están dando prioridad a las iniciativas orientadas al éxito estudiantil.
Los datos, por sí solos, no sirven de nada
Todo parece indicar que los responsables directos del éxito de los alumnos de la región, como los asesores estudiantiles o de bienestar estudiantil, tendrán más fondos para desempeñar su trabajo. Además, también contarán con más datos o información sobre los alumnos procedentes de los modelos de docencia híbridos, remotos y online que se han incorporado en la mayoría de los campus. Lo anterior debido a que al haber pasado de modalidad presencial a online, es decir, que los estudiantes pasan mucho más tiempo conectados a la plataforma de estudios de su institución, hay una gran cantidad de información o datos disponibles que pueden ser usados para mejorar la experiencia de los estudiantes y por tanto de sus probabilidades de éxito.
Con unos 29 millones de adultos en IES en América Latina y el Caribe, según algunas estimaciones, podríamos estar hablando de cantidades ingentes de datos. Éstas serían buenas noticias para todos los actores involucrados en esta historia, si no fuera porque los datos no sirven por sí solos.
Teniendo en cuenta lo anterior, parece evidente que ha llegado el momento de poner en marcha iniciativas que permitan procesar esta gran cantidad de datos complejos, entenderlos y utilizarlos para, por ejemplo, mejorar el seguimiento y apoyo a estudiantes, así como la conexión entre la institución y los alumnos. Además, es muy importante alinear el uso de los datos procesados con las políticas de las organizaciones educativas orientadas a conseguir el ansiado éxito estudiantil. Sin embargo, antes que nada, es imprescindible redefinir este concepto en el contexto actual de pandemia y prepararse para la fase posterior de superación de la crisis sanitaria.
A continuación, enumeramos varios pasos que los departamentos de éxito estudiantil pueden utilizar como guía para la redefinición del concepto:
- Paso 1. Análisis y exploración del contexto de los estudiantes de la organización en cuestión como consecuencia de la pandemia, además de ponerlo en perspectiva con la misión de la misma. ¿Qué ha cambiado? ¿Es necesario hacer ajustes para que encaje con la misión? Una vez realizada la evaluación inicial es preciso asegurarse de que todo el equipo responsable del éxito estudiantil la tenga interiorizada y la nueva realidad y misión estén en sintonía.
- Paso 2. Realizado este primer acercamiento, y ahora que el departamento de éxito estudiantil y sus empleados ya conocen la nueva realidad que rodea al alumno, llega el momento de gestionar el éxito estudiantil. Para ello hay que preguntarse: ¿Qué es el éxito estudiantil para mi institución en esta nueva etapa, dado el contexto, y por qué? Esta reflexión abarca dos enfoques: el cualitativo sobre el perfil del alumno ideal; y el cuantitativo, con la recopilación de las métricas que determinarán el progreso del estudiante hasta alcanzar ese perfil ideal.
- Paso 3: Una vez definido el camino del éxito se pueden analizar los aspectos negativos, de acuerdo con los datos disponibles, que están obstaculizando el progreso de los estudiantes para alcanzar el éxito. ¿Qué nuevos aspectos o factores han aparecido? ¿Están teniéndose en cuenta?
- Paso 4: Ha llegado el momento de que los coordinadores pasen a la acción. Pero, ¿disponen de un sistema que les entregue los datos de manera tal que les permita tomar acciones concretas? Es clave que los datos sean accionables, de lo contrario simplemente serán solo datos.
- Paso 5: Si he contestado a la pregunta anterior de manera afirmativa, el sistema o plataforma de su organización para gestionar los alumnos debería, además, permitirle hacer esa gestión de manera ordenada y automatizada. Y en el caso de que la intervención tuviera que ser manual, permitirle entender en cuestión de segundos qué hacer con un determinado estudiante. En definitiva, pasar a la acción de manera lo más eficiente posible con todos los “datos en la mano”.
- Paso 6: Por último, toca realizar el ejercicio periódico de analizar qué funciona y qué no en este nuevo contexto para mejorar su estrategia. Acá ya hablamos de una visión más macro. Su sistema debería permitirle tener una visión de 360º sobre todo lo que se hace, sus resultados e incluso de cómo el estudiante de la pandemia podría estar cambiando su manera de comportarse, cuestión que no debería pasar desapercibida.
Ahora que ya estamos llegando al final, retrocedamos un poco. Entonces, ¿qué pasa con los datos? Simplemente no importa la cantidad sino cómo puedes usarlos y cómo te permiten accionar teniendo en cuenta tu nueva definición de éxito. Si están desorganizados y no conversan entre ellos… entonces, insisto con las malas noticias: no sirven de nada.
En este nuevo contexto lo realmente valioso para el éxito de nuestra organización es el uso de software y plataformas que, mediante el uso de modelos predictivos, basados en machine learning y big data, permitan que la organización sea proactiva y capaz de identificar los posibles cambios de hábitos o tendencias que comentaba en el último punto. El año 2020 ha estado presidido por la disrupción y el aumento de los riesgos en multitud de ámbitos, incluyendo el educativo. Es esencial interpretar de forma correcta los datos y no tener que estar “adivinándolos”.
Por tanto, si a una buena interpretación de los datos le sumamos las pautas recomendadas para redefinir qué es el éxito estudiantil en este nuevo contexto, tan sólo sería necesario dotarse de herramientas de gestión que permitieran intervenir con el alumno según el nivel de urgencia y en el momento adecuado. De esta manera, los coordinadores estudiantiles estarían en mejores condiciones de cumplir con el papel que les ha tocado representar en esta historia. Pan comido, ¡verdad! Nadie está dando por sentado que el camino del éxito sea fácil, pero sí que mereciese la pena. Tan solo recordar que los egresados de carreras universitarias ganan entre 2 y 3,5 veces más que los de enseñanza media, según la Facultad de Económica y Negocios de la Universidad de Chile (FEN).