dos personas en terapia

3 estrategias para mejorar la salud mental de estudiantes universitarios

La salud mental de los estudiantes ha empeorado como consecuencia del COVID. En este blog reproducimos parte de un trabajo de investigación de Deloitte sobre el tema con el objetivo de proponer soluciones concretas dentro de un ámbito que dominamos, el de la tecnología y los datos.

En una publicación reciente proporcionábamos cifras para concienciar sobre el creciente problema de la salud mental de los estudiantes universitarios de todo el mundo como consecuencia de la pandemia. En este blog optamos por reproducir parte de un trabajo de investigación de Deloitte sobre el tema con el objetivo de proponer soluciones concretas dentro de un ámbito que dominamos, el de la tecnología y los datos.

En primer lugar, hay que aclarar que el problema de la salud mental de los estudiantes, un componente esencial del bienestar del alumno, ya estaba enviando señales de alarma desde antes de la pandemia. De 2009 a 2019, las tasas de depresión en el campus se incrementaron de 8% a 18%, señalan desde Deloitte. Y aunque las razones detrás de problemas como la depresión van más allá de las fronteras del campus, pudiendo tener su origen en el ámbito familiar o económico, por ejemplo, la presión académica o las dudas sobre la empleabilidad después de la graduación son factores de presión extra para los estudiantes de educación superior.

Por tanto, las instituciones educativas deberían ser parte de la solución a este problema porque, además, tienen un interés adicional para proporcionar asistencia a sus alumnos. Un estudiante con problemas de salud mental no está en las mejores condiciones para aprender de forma adecuada. Y esto, sin lugar a dudas, afectará a factores como la retención estudiantil y la posibilidad de educar y graduar a más estudiantes.

De hecho, una encuesta de abril de 2021 realizada por el American Council Education encontró que el 73% de los presidentes de universidades de EEUU, situaban la salud mental de los estudiantes como la cuestión más urgente que resolver. Sin embargo, el principal inconveniente para hacerle frente es que se trata de un concepto muy personal, con múltiples aristas, que requiere un seguimiento activo y constante.

3 estrategias para mejorar la salud mental

1. Construir conexiones a través de la tecnología y los datos.

Antes de la pandemia muchas instituciones usaban la tecnología para entregar servicios de asesoramiento, telesalud u otro tipo de servicios relacionados con la salud mental. Con la irrupción de la pandemia, las comunidades y servicios del campus se expandieron como consecuencia del uso generalizado de la tecnología y se prevé que siga siendo así. En New York University, por ejemplo, han creado una app de bienestar que proporciona apoyo 24/7.

En cuanto a los datos, éstos juegan un papel crucial a la hora de identificar problemas y construir conexiones. Al capturar data sobre la población estudiantil a lo largo de toda la institución educativa, ésta puede obtener valiosos insights y dirigir los recursos de mejor manera hacia las iniciativas y políticas de salud mental. Para hacerlo es preciso contar con una estrategia que permita romper con los silos de información y establecer un sistema robusto de análisis de datos. De esta manera se puede desarrollar un modelo utilizando los propios datos de la institución para predecir los resultados individuales de cada estudiante e identificar aquellos que tienen mayor riesgo.

En el trabajo de investigación se comenta el caso de Oklahoma State, pero instituciones chilenas ya están utilizando esta estrategia para hacer una gestión de los estudiantes y un seguimiento de las interacciones en sus LMS, lo que tiene un impacto positivo sobre el engagement, tal y como explicamos en un blog anterior sobre un caso práctico de Nimbi. El engagement es una variable crítica en la salud mental de estudiante, dice el trabajo de investigación. Por otro lado, las instituciones no sólo deberían medir la participación de los estudiantes sino también los resultados de los programas que pongan en marcha para comprender su verdadero impacto.

2. Activar la comunidad del campus

Los temas de salud física o mental ya no son exclusivos de los centros especializados en estas cuestiones dentro del campus. Todo el mundo, desde el personal en puestos de administración hasta los profesores, pueden y deben jugar un papel en el fomento del bienestar y la salud mental estudiantil. En Ohio State University, por ejemplo, han formalizado la importancia que se da a la salud mental con la creación del puesto de Chief Wellness Officer.

3. Currículo y programas en el campus

Debido a que los estudiantes pasan tanto tiempo en las clases presenciales u online, desde Deloitte recomiendan incorporar asignaturas a lo largo de todo el currículo que enseñen a construir habilidades de salud mental a los estudiantes y que no sólo sean responsabilidad de un departamento específico.

Conclusión

Por último, recordar que los enfoques de cada universidad sobre la salud mental de sus estudiantes deberían ser específicos para los distintos grupos de población porque su manera de construir conexiones y mejorar los resultados es única. Y eso se consigue en gran medida a través de sistemas inteligentes que nos permiten obtener data capaz de identificar indicadores del bienestar estudiantil para después alinearlos con las intervenciones y los esfuerzos que se hagan en el campus.

Este tipo de acciones se pueden apoyar con investigación que proporcione una comprensión más profunda de las particularidades de la infraestructura, políticas y contexto del apoyo a la salud mental en el campus. Solo así se puede comprender el contexto de forma activa y constante, y dar el salto del diagnóstico a la prevención.

Conoce el sistema inteligente de acompañamiento estudiantil que te permite liberar el potencial de tus datos.

¿Quieres saber cómo potenciar tu estrategia de retención con Nimbi?

Agenda una reunión con nuestra área de venta y te contactaremos a la mayor brevedad posible